"...Los mitos son el lenguaje primordial de los espíritus, que solo en imágenes y metáforas sabían expresar su emoción frente a las grandiosas formas de la realidad universal..."

MITOS GRIEGOS-HISTORIA-

Mitos griegos:

El mejor método para enfrentarse con tales interrogantes [fenómenos naturales] consiste en elaborar una respuesta estéticamente satisfactoria, respuesta que debe tener las suficientes analogías con lo que ya se conoce como para ser comprensible y plausible. La expresión elaborar es más bien gris y poco romántica. Los antiguos gustaban de considerar el proceso del descubrimiento como la inspiración de las musas o la revelación del cielo. En todo caso, fuese inspiración o revelación, o bien se tratara de la clase de actividad creadora que desemboca en el relato de leyendas, sus explicaciones dependían, en gran medida, de la analogía. El rayo, destructivo y terrorífico, sería lanzado, a fin de cuentas, como un arma, y a juzgar por el daño que causa parece como si se tratara realmente de un arma arrojadiza, de inusitada violencia. Semejante arme debe de ser lanzada por un ente proporcionado a la potencia de la misma, y por eso el trueno se transforma en el martillo de Thor, y el rayo, en la centelleante lanza de Zeus. El arma sobrenatural es manejada siempre por un hombre sobrenatural. Así nació el mito. Las fuerzas de la Naturaleza fueron personificadas y deificadas. Los mitos se interinfluyeron a lo largo de la Historia, y las sucesivas generaciones de relatores los aumentaron y corrigieron, hasta que su origen quedó oscurecido. Algunos degeneraron en agradables historietas (o en sus contrarias), en tanto que otros ganaron un contenido ético lo suficientemente importante, como para hacerlas significativas dentro de la estructura de una religión mayor. Con la mitología ocurre lo mismo que con el Arte, que puede ser pura o aplicada. Los mitos se mantuvieron por su encanto estético, o bien se emplearon para usos físicos. Por ejemplo, los primeros campesinos se sientieron muy preocupados por el fenómeno de la lluvia y por qué caía tan caprichosamente. La fertilizante lluvia representaba, obviamente, una analogía con el acto sexual, y, personificando a ambas (cielo y tierra), el hombre halló una fácil interpretación acerca del porqué llueve o no. Las diosas terrenas, o el dios del cielo, podían estar halagados u ofendidos, según las circunstancias. Una vez aceptado este mito, los campesinos encontraron una base plausible para producir la lluvia. Literalmente, aplacando, con los ritos adecuados, al dios enfurecido. Estos ritos pudieron muy bien ser de naturaleza orgiástica, en un intento de influir con el ejemplo sobre el cielo y la tierra. Los mitos griegos figuran entre los más bellos y sofisticados de nuestra herencia literaria y cultural. Pero se da el caso de que los griegos fueron también quienes, a su debido tiempo, introdujeron el camino opuesto de la observación del Universo, a saber, la contemplación de éste como impersonal e inanimado. Para los creadores de mitos, cada aspecto de la Naturaleza era esencialmente humano en su imprevisibilidad. A pesar de la fuerza y la majestad de su personificación y de los poderes que pudieran tener Zeus o Marduk, u Odin, éstos se mostraban, también como simples hombres, frívolos, caprichosos, emotivos, capaces de adoptar una conducta violenta por razones fútiles, y susceptibles a los halagos infantiles. Mientras el Universo estuviera bajo el control de unas deidades tan arbitrarias y de reacciones tan imprevisibles, no había posibilidades de comprenderlo; sólo existía la remota esperanza de aplacarlo. Pero, desde el nuevo punto de vista de los pensadores griegos más tardíos, el Universo era una máquina gobernada por leyes inflexibles. Los filósofos griegos se entregaron desde entonces al excitante ejercicio intelectual de tratar de descubrir hasta qué punto existían realmente leyes en la naturaleza.

Imaginación y creación:

La Historia de la Filosofía, de los griegos hasta nosotros es el verdadero barómetro que sopesa la evolución del pensamiento humano y aquélla los de que los grandes sistemas filosóficos no han sido más que un continuo vaivén entre, vamos a nombrarlos así, el idealismo de Platón y el pragmatismo de Aristóteles. De facto, lo que ha evolucionado es la tecnología. Los griegos ya intuyeron en aquella época lejana en que surgió la filosofía presocrática (el paso del mitos al logos) que la explicación de las cosas del universo había que buscarlas en el propio universo y no en una constelación de dioses que urdían la telaraña de la existencia humana como Parcas todopoderosas. No quiere restar esto importancia a esa primitiva forma de saber que nos legó la Mitología, en primer lugar porque nos demuestra una de las principales cualidades de todo conocimiento: la imaginación. Un pueblo como el griego, capaz de ingeniar tan maravillosos mitos y leyendas, fue el elegido para dar a conocer a la humanidad la buena nueva de la Ciencia. (Cristo Hernández)

Entre la religión y el folklore:

Todos los grupos culturales conocidos en la historia de la humanidad han desarrollado una mitología, de donde se deduce que la facultad creadora de mitos es patrimonio universal del hombre. Las mitologías, pese a sus diferencias, ocupan un lugar intermedio entre la religión y el folklore. La religión es formal, ortodoxa, ritualista, mientras que la mitología incorpora relatos de seres sobrehumanos más bien que formas de su culto. El folklore sugiere tradiciones y creencias populares que nada tienen que ver con la cosmogonía ni con otras explicaciones cósmicas. La mitología está entre los dos, de aquélla toma los relatos más impresionantes y fantásticos; de éste, un acervo de leyendas y motivos imprecisos e ideas ocultas.

Clasificación neoplatónica de los mitos:

Hay, según Salustio, varias especies de mitos: los teológicos, los físicos, los psíquicos, los materiales y los mixtos. Los mitos teológicos (usados por los filósofos) son los esencialmente "intelectuales" e "incorporales", los que consideran a los dioses en su esencia. Los mitos físicos (usados por los poetas) son los que intentan explicar el modo, o modos, como los dioses operan. Los mitos psíquicos (también usados por los poetas) explican las operaciones del alma. Los mitos materiales son los propios de las gentes sin instrucción cuando pretenden entender la naturaleza de los dioses y de mundo. Los mitos mixtos son los usados por quienes enseñan o practican ritos de iniciación. En la Antigüedad y en la Edad Media se prestó particular atención al contenido mismo de los mitos y a su poder explicativo. Desde el Renacimiento se abrío paso un problema que, aunque ya tratado en la Antigüedad, había quedado un poco a trasmano: el problema de la realidad, y, de consiguiente, el problema de la verdad, o grado de verdad, de los mitos. No pocos autores modernos se negaron a considerar los mitos como dignos de mención; la "verdadera historia", proclamaron, no tiene nada de mítico. Por eso el historiador debe depurar la historia de mitos y leyendas. Así pensaron, por ejemplo, entre otros, Voltaire y todos los "ilustrados" del siglo XVIII. Sin embargo, a medida que se intentó estudiar la historia empíricamente, se advirtió que los mitos pueden no ser "verdaderos" en lo que cuentan, pero que son "verdaderos" en otro sentido: en que cuentan algo realmente acontecido en la historia, es decir, la creencia en mitos. En otras palabras, los mitosfueron considerados como "hechos históricos": su "verdad" es una "verdad histórica". Así pensó (también) Voltaire, quien, no obstante su mitofobia, no descuidó los mitos cuando se trataba de describir el pasado histórico. (José María Valverde)

Autores modernos:

Dos autores modernos dieron gran importancia al fenómeno del mito y de los mitos: Vico y Schelling. Vico fundamentó epistemológicamente la actitud antes reseñada de que el mito es una "verdad histórica"; en efecto, el mito es para Vico un modo de pensar que tiene sus propias carcterísticas y que condiciona, o por lo menos expresa, ciertas formas de vida humana básicas. Vico identificó el modo de pensar mítico con el modo de pensar "poético" (Scieza Nuova, VI). Schelling estimó que la mitología es una forma de pensamiento que representa uno de los modos como se revela el Absoluto en el proceso histórico: el mito es, por tanto, revelación divina (Philosophie der Mythologie, passim). En la época contemporánea ha prevalecido el estudio del mito como elemento posible, y, en todo caso, ilustrativo de la historia humana, o de ciertas formas o fases de la historia de una comunidad humana. Desde este punto de vista, y como lo veremos luego en autores como Ernst Cassirer, un mito puede ser algo así como un "supuesto cultural". No importa entonces que el mito sea "fabricado" y que el "contenido" -generalmente, en forma narrativa- de un mito sea "falso", esto es, no corresponda a nada que haya efectivamente sucedido. esta concepción del mito no está muy alejada de la de varios autores modernos antes mencionados -y muy distintos entre sí-, como Voltaire o Vico. No se puede contraponer ni siquiera, sin embargo, la "verdad histórica" del mito -o el "mito como realidad histórica"- a su verdad "real". Históricamente hablando, es real todo lo que ha sucedido en una comunidad humana o, por lo menos, todo lo que contribuye a entender las estructuras sociales y culturales de esta comunidad. Por lo tanto, los mitos son "reales" en tanto que "históricamente reales". Ouede hablarse de mito en general, esto es, de un concepto de "mito", o bien de diversas especies de mitos. Si se hace lo último, puede llegarse a la conclusión de que todos los mitos tienen algo en común o bien de que es necesario distinguir entre las diversas especies aludidas. En este último caso, se distingue entre mitos religiosos, mitos poéticos, mitos culturales, etc.


Primeros intentos de abandono del mito:

El concepto de la historia alcanzó su madurez en la obra de Vico y de Herder. Cuando el hombre empezó a darse cuenta del problema del tiempo, cuando ya no se hallaba confinado en el estrecho círculo de sus deseos y necesidades inmediatas, cuando comenzó a inquirir el origen de las cosas, no pudo encontrar más que un origen mítico y no histórico. Para comprender el mundo, tanto el físico como el social, tuvo que proyectarlo sobre el pasado mítico. En el mito es donde encontramos los primeros ensayos para establecer un orden cronológico de las cosas y los acontecimientos, para ofrecer una cosmología y una genealogía de dioses y hombres. Esta cosmología y genealogía no significa una distinción histórica en sentido propio. El pasado, el presente y el futuro se hallan todavía fundidos; forman una unidad indiferenciada y un todo indiscriminado. El tiempo mítico no posee una estructura definida; sigue siendo un "tiempo eterno". Desde el punto de vista de la conciencia mítica, el pasado nunca es pasado; se halla siempre "aquí" y "ahora". Cuando el hombre comienza a levantar el intrincado velo de la imaginación mítica se siente transportado a un mundo nuevo; comienza a formar otro concepto de la verdad. Podemos seguir las diversas etapas de este proceso al estudiar el desarrollo del pensamiento histórico griego desde Herodoto a Tucídides. Tucídides es el primer pensador que ve y describe la historia de su propio tiempo y que mira hacia el pasado con una mente clara y crítica y se da perfecta cuenta del hecho de que esto significa un paso nuevo y decisivo. Se ha convencido de que el discernimiento entre el pensamiento mítico y el histórico, entre la leyenda y la verdad, constituye el rasgo característico que convertirá su obra en un "logro perdurable". (E.Cassirer) Alrededor del año 700 a. de C., gran parte de los mitos griegos fueron plasmados por escrito por Homero y Hesíodo. Con esto se creó una nueva situación. Al tener escritos los mitos, se hizo posible discutirlos. Los primeros filósofos griegos criticaron la mitología de Homero sólo porque los dioses se parecían mucho a los seres humanos y porque eran igual de egoístas y de poco fiar que nosotros. Por primera vez se dijo que quizás los mitos no fueran más que imaginaciones humanas. Encontramos un ejemplo de esta crítica de los mitos en el filósofo Jenófanes, que nació en el 570 a. de C. «Los seres humanos se han creado dioses a su propia imagen», decía. «Creen que los dioses han nacido y que tienen cuerpo, vestidos e idioma como nosotros. Los negros piensan que los dioses son negros y chatos, los tracios los imaginan rubios y con ojos azules. ¡Incluso si los bueyes, caballos y leones hubiesen sabido pintar, habrían representado dioses con aspecto de bueyes, caballos y leones!» (Jostein Gaarder)

Primeros pasos en la evolución de la religión según E.B.Taylor (1871):

Para el hombre primitivo la naturaleza entera -el sol, la luna y las estrellas, el aire, el fuego y el agua, los animales, los vegetales y los minerales- estaban igualmente dotada de alma. El salvaje creía ver en todo cuanto se le aparecía como activo o incluso enemigo en su mundo, una esencia humana como la suya propia; personificaba a la naturaleza. El sol, con sus rayos bienhechores, el fuego que devoraba a su alrededor como un ave de presa, el rayo que mata al hombre, todos estos fenómenos naturales eran, para el hombre primitivo, personalidades dotadas de inteligencia y voluntad, personalidades vivas como él mismo, personalidades, además, todopoderosas, es decir, dioses. Taylor vio en el animismo el primer eslabón hacia las religiones, y en la personificación de los fenómenos naturales, las primeras divinidades de los hombres. Cuando un hombre natural dejaba de hallar en sus propias posibilidades una solución a sus problemas, buscaba la alianza de una parte de la naturaleza -un animal, una planta o un objeto inerte- en cuya fuerza tenía especial confianza. (Wendt)

Singularidades y hábitos comunes de los pueblos:

El conjunto de los hábitos de un pueblo lleva siempre la marca de un estilo; ellos forman sistemas. Estoy convencido de que esos sistemas no existen en número ilimitado y de que las sociedades humanas, así como los individuos, nunca crean -en sus juegos, sus sueños o sus delirios- de manera absoluta, sino que se limitan a escoger ciertas combinaciones en un repertorio ideal que sería posible reconstruir. Haciendo el inventario de todos los hábitos observados, de todos los imaginados en los mitos, y también de los evocados en los juegos de niños y adultos, en los sueños de los individuos sanos o enfermos y en las conductas piscopatológicas, se llegaría a diseñar una especie de cuadro periódico como el de los elementos químicos, donde todas las costumbres reales o simplemente posibles aparecerían agrupadas en familias y donde no tendríamos más que reconocer aquellas que las sociedades han adoptado efectivamente. (Claude Lévi-Strauss, Tistes Trópicos)

miércoles, 5 de mayo de 2010

EL MITO DE ÍCARO.

Ícaro se conoce a veces como el inventor del trabajo en madera. Es hijo de Dédalo, genio de la antigüedad que le mostró a Ariadna cómo Teseo podía encontrar el camino en el laberinto de Minos, donde se encontraba el Minotauro (monstruo con cuerpo de toro y cabeza de hombre).

Con esta ayuda, Teseo fue capaz de matar al Minotauro, por lo que el rey Minos y padre del monstruo, muy molesto encerró a Dédalo con su hijo en el laberinto.
Con la intensión de huir, Dédalo fabricó unas alas para él y su hijo. Las adhirió con cera a los hombros de Ícaro y luego en los suyos e iniciaron el vuelo que los llevaría a la libertad. El padre había advertido a su joven e imprudente hijo que no volara demasiado alto ni demasiado bajo.
No obstante las advertencias de su padre, Ícaro fascinado por lo maravilloso del vuelo se elevó por lo aires desobediendo a Dédalo quien no pudo impedirlo. Además, Ícaro se sintió dueño del mundo y quiso ir más alto todavía. Se acercó demasiado al sol, y el calor que había derritió la cera que sostenía sus alas, por lo que las perdió. El desdichado y temerario joven acabó precipitándose en el mar, donde murió. Por eso, desde entonces ese mar se conoció como El Mar de Icaria.
En otras versiones donde se elimina el elemento fantástico, se nos cuenta como Dédalo había matado a su sobrino Talo, por lo que había tenido que huir de Atenas. Ícaro, igualmente desterrado había ido en busca de su padre, pero naufragó en las aguas de Samos, por lo que el mar recibió un nombre derivado del suyo, igual que en la leyenda original.
También se dice que Ícaro y su padre habían huido de Creta en dos barcos de vela inventados por Dédalo, pero el joven no supo dominar las velas y naufragó o más bien que cuando llegó a la isla de Icaria, se lanzó torpemente hacia tierra y se ahogó.
La leyenda era fuerte e incluso por mucho tiempo se mostraba una supuesta tumba de Ícaro en un cabo del mar Egeo, al igual que se decía que en las islas de Ámbar había dos columnas que Dédalo había levantado una en honor a su hijo y otra en nombre de él mismo. Asimismo, se decía que Dédalo había representado en una escultura el triste destino de su hijo en las puertas el templo de Cumas, dedicado a Apolo.

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